Sin la brújula del deseo,
no hay arroyos de madrugada
ni margaritas despellejadas.
Las arcadas del amor
murieron,
y la miel que brotaba
sin ímpetu,
quedó rebosada sobre la mesa.
Tal vez el deseo esté muerto,
tal vez la noche se cansó del día
tal vez mis besos quebraron
en llanto.
Ya no hay poemas que intenten
salvar, lo que permanece muerto.
Quizá la muerte,
solo sea el comienzo…

Intenso…
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Esa era la intensión. ¡Gracias!
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Desgarrador, Jessi, tan intenso como oscuro, puro y limpio, tan bello como tu alma de poeta.
Fuerte abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario Pedro.
Me alegra que te gustara. Abrazos.
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