No quise escapar,
sin embargo mi huida ya estaba en el ocaso.
En ese horizonte magno,
lleno plegarías al cielo y penurias oscuras
la ira condenó cualquier dogma,
que yo profesara.
Es fácil salir corriendo,
perderse entre los matorrales,
cavar mi propia tumba
para luego, regresar
y dejar la luz encendida.
Puedo sonreír,
hay una cruz liada en mi pecho
arden, arden mis pensamientos
en esta nebulosa,
pero el fin está cerca
lo oigo refregar
en mi puerta.
La sequía ha consumido
mis verbos.
Sueños enteros han sido
desterrados por mi boca,
al valle del recuerdo.
Quinto poema de la serie: Diablo de los Poemas.
ME GUSTA!!!
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Me alegra mucho!!
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¡ Precioso felicidades !
Saludos.
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¡Muchas gracias Susana!
Abrazos.
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