La cerveza fría y espumosa
atraviesa mi garganta;
es como un antídoto
contra el olvido.
Cada sorbo que bebo
cura mi pésima memoria,
y no es que no quiera recordar
mas el tiempo es tan corto
que no queda de otra que seguir
con mi destino:
Tener un pensamiento errante,
huyendo tal vez de todo aquello
que sometió mi ser.
El vahído del alcohol
hace las horas más ligeras;
no bebo porque esté triste
ni mucho menos alegre,
si bien es cierto que la vida
tiene un ciclo por cumplir
y reglas qué quebrantar
yo no fío en ninguna,
en mí, yacen todas muertas.
Tercer poema de la serie: El diablo de los poemas.
Me ha gustado mucho!
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Eso me alegra bastante. Un abrazo.
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cheers!
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A tu salud! 😊
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Muy bueno, Jessi 🙂
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Muchas gracias Pamela 😀
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